Los primeros recuerdos que Jehosua Vögele tiene del maquillaje son de su hermana arreglándose para ir a la iglesia y él admirándola sentado en la taza del váter. Si hoy en día se cruza con esa misma hermana por la calle, ella se cambia de acera porque no le habla desde hace 8 años. Al igual que el resto de su familia y amigos de la infancia. Todos ellos pertenecen a una religión, cuyo nombre Jehosua no quiere compartir, que le expulsó y les prohibió a todos tener contacto con él. Incluso a su propia madre.

Pocas experiencias existen en la vida que sean más devastadoras que esta y, aun así, Jehosua ha conseguido seguir adelante y convertirse en uno de los maquilladores con mayor prospección de nuestro país. Nos cuenta su historia en el tercer capítulo del podcast ‘Si yo te contara…’ para que nadie atribuya a la suerte lo que le corresponde al trabajo, a la constancia y a la formación continua. Él considera que el maquillaje fue su salvavidas, no tenía plan B, no tenía nido familiar al que volver, solo podía seguir hacia delante y perseguir su sueño y todavía está en ello.