Despertador. Café. Ducha rápida. Tráfico. Contaminación. WhatsApp. Aparcar. Más Whatsapp. "No sé si has tenido oportunidad de ver el mail que te mandé hace cinco minutos". Fichar. Ascensor lleno. Comer frente al ordenador. Otro café en la máquina. Llamadas. Reunión interminable. Atasco al atardecer. Cena de microondas. Lavadora. Telebasura.
PARAR
Una sensación invade tu cuerpo: si no bajas el ritmo vas a acabar explotando. Simplemente necesitas parar, reducir las revoluciones, reconstruir los esquemas. No tiene por qué consistir necesariamente en poner tu vida patas arriba, a veces las mayores revoluciones se gestan poco a poco. Estas son las bases de la conocida como slow life (vida lenta). Spoiler: no solo lo necesita tu cuerpo y tu mente, también el planeta urge este cambio.
La inmediatez y la sobrecarga de trabajo, responsabilidades y estímulos acarrean problemas de salud. Según la última encuesta nacional de salud, el 6,7% de los adultos padece ansiedad crónica, el mismo porcentaje que depresión. La OMS incluirá en su lista de enfermedades mundiales de 2022 un amplio epígrafe dedicado al síndrome de desgaste emocional. Aunque esta organización se centra en el estrés y afecciones derivadas del entorno laboral, lo cierto es que esta dolencia se puede extender a otros ámbitos de la vida. Los expertos alertan de que este síndrome afecta al 10% de los trabajadores.
¿Qué propone el movimiento de la vida lenta? "La comida que elegios, la ropa que llevamos, el coche que conducimos y los lugares que visitamos. Todas estas decisiones combinadas que hacemos en casa y en el lugar de trabajo pueden implicar un cambio real. Se trata de reducir la huella ecológica y convertirnos en guardianes de la Tierra", explica Kate O'Brien en su libro Slow life. Tal vez individualmente podamos hacer poco por reducir el calentamiento global, pero lo poco que podemos hacer, llevémoslo adelante. Este es el espíritu de esta filosofía vital. "Ya no se trata de un mensaje hippy para salvar los bosques y las ballenas, es una llamada a la acción urgente para ser responsables de nuestro futuro", remata la autora.
Existen decenas de completos manuales sobre cómo incorporar los principios de esta vida a bajas revoluciones. Y cada vez más marcas y empresas que incorporan estos principios. Aún hay enormes contaminadores: el 71% de los gases que provocan el efecto invernadero lo emiten cien empresas en todo el mundo, un 32% de ellas son de titularidad pública. Ante estos Goliats hay un ejército de David que tratan de imponer este nuevo modo de entender la vida.
Algunas pistas que aportan los gurús de este movimiento pasan por consumir productos locales siempre que se pueda a ser posible en mercados y no siempre en grandes cadenas, practicar la meditación o el yoga, fijarse en la etiqueta de los productos que se consumen para evitar aquellos elaborados con explotación humana o animal, reducir el tiempo que pasas con el ordenador o el móvil, no lanzarse al consumismo excesivo. Alejandra Rodríguez lanza varias preguntas en su Guía práctica para un auténtico cambio de vida: "¿Es posible salir de este materialismo que nos ahoga? ¿Sientes que hay demasiados vacíos en tu vida? ¿Necesitas un detox digital? ¿Te permites pequeños placeres cotidianos? ¿Te aceptas tal y como eres?".
El auténtito gurú de la lentitud es, sin duda, Carl Honoré. Cuenta que cuando trabajaba en el mundo de las finanzas en Londres descubrió en un aeropuerto un libro de cuentos infantiles para leer en menos de un minuto. Le pareció una idea genial para padres que como él no tenían media hora cada noche para dedicar a su pequeño. Pero algo cambió en su cerebro y fue en el momento de pagar el libro cuando descubrió que aquello no era lo que quería para su vida y escribió Elogio de la lentitud, otro manual de cabecera para el que desee plantearse cómo enfoca su vida y sus relaciones.
Uno de los baluartes del movimiento es el que se refiere a la comida. El chef Carlo Petrini (en la imagen) está considerado el fundador del Slow food. Petrini dio inicio a esta filosofía enfadado ante la llegada de un McDonadls a Roma. Su movimiento defiende no solo un modo de entender la gastronomía, sino también impulsa el respeto más absoluto por la biodiversidad, la regeneración de la flora y la fauna y lucha sin tregua contra el desperdicio de alimentos y la sobreexplotación de los recursos. “Salud y medio ambiente son las dos ideas que van a marcar la cocina de los próximos años”, anunció a un grupo de oyentes en el País Vasco hace solo unos meses.
Y no solo. Una vuelta a los orígenes, a la existencia alejada de la tecla de F5 y de las prisas es posible. En definitiva, hay que trabajar para vivir y tratar de disfrutar el aquí y el ahora.
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