Uno de mis 3 productos imprescindibles para un maquillaje sencillo, fresco y, sobre todo, rápido, es el bronceador. Así que cuando desde Saigu me comentaron que uno de sus lanzamientos sería un Bronzer en crema… mi mirada se iluminó. Literalmente. 🤩 Tras intercambiar unos cuantos mensajes (“¿¡pero cuándo sale!?” “OMG! ¡Qué ganas!), me di cuenta de que, por algún extraño motivo que mi mente aún no logra comprender, el bronzer es un gran desconocido.

Y por eso estoy aquí. Como fan nº1 de este tipo de producto, no podía dejar pasar la oportunidad de compartir con vosotros mis mejores tips para que no solo le saquéis el máximo partido a vuestro bronceador, sino para que paséis a formar parte de mi Team Bronzer.

Qué es y para qué sirve un bronzer

El nombre no deja lugar a la imaginación, pero quizá sea conveniente diferenciarlo de un colorete para comprender cuáles son sus características más destacables.

El colorete simula el color encendido de nuestras mejillas cuando nos ruborizamos y el bronceador imita el efecto de piel bronceada por el sol de forma natural. Por eso, en el primer caso encontraremos un rango más amplio de colores (rosas, corales, borgoñas) y en el segundo nos ceñiremos a marrones de diferentes intensidades y subtonos. Las palabras “sol” y “natural” son claves para determinar si tanto el tono, como el subtono de nuestro bronzer son los adecuados, o no. 

Y aquí es donde el equipo de Saigu se marcó el primer tanto: ¿qué mejor que dejarse asesorar por una maquilladora profesional que ha maquillado todo tipo de pieles durante 15 años? Contar con la experiencia de María Catalá ha dado sus frutos: Greta y Narain, dos tonos que, además de bonitos (algo ya de por sí meritorio tratándose de dos marrones), trabajados en la piel dejan de parecer un producto de maquillaje. 

Ambos se mimetizan a la perfección, aportando la calidez justa que bien podría ser la de nuestra propia piel después de un día de playa.

Dónde y cómo aplicarlo

Algo en teoría tan sencillo como la aplicación del bronceador, se puede convertir en un arma de doble filo cuando, a cara lavada, nos enfrentamos al espejo con un tarrito marrón en una mano y una brocha en la otra. Pero tranquilidad, porque en la práctica también os resultará igual de fácil cuando os paréis unos segundos a pensar DÓNDE, de manera natural, el sol broncea nuestra cara. 

¡Exacto! Las zonas más altas como pómulos, frente y tabique nasal son las primeras en subir de tono cuando damos un paseo al aire libre en pleno verano. 

Al igual que los coloretes de Saigu funcionan fenomenal con los dedos, si sois amateurs en este curioso mundo de los bronceadores, os recomiendo usar una brocha tupida o, si lo preferís, una esponja húmeda. De este modo os será más fácil difuminar y conseguir que no se sepa dónde empieza y acaba la aplicación del producto.

Dependiendo del acabado que quieras conseguir, puedes dejarlo tal cual, sellar con polvos translúcidos o ir un paso más allá y hacer lo propio con un Bronzer en polvo. Esta última técnica es ideal si lo que buscamos es aumentar la intensidad y prolongar su duración.

Tip de PRO

Estoy segura de que, a pesar de que muchas de las personas que me estéis leyendo ahora no hayáis tenido un bronzer jamás, sí que habéis intentado conseguir todos sus beneficios comprando una base de maquillaje 1 tono más oscuro que el de vuestra piel. 

Teniendo en cuenta que esto no deja de ser maquillaje y que cada uno puede jugar con él como quiera, si lo que realmente estáis buscando es un acabado natural y, por qué no, profesional, lo ideal sería usar una base + corrector de vuestro tono y darle esa vidilla extra con el producto adecuado: el bronzer.

Incluirlo en el neceser también nos puede ayudar a igualar el tono de la piel del rostro y del cuello en caso de haber alguna diferencia. Personalmente, me gusta hacerlo siempre al final, cuando he terminado en mejillas, frente y nariz, pero aún queda algún resto de producto en la brocha. Con suavidad, doy ligeros toques en la zona de la mandíbula bajando hacia el cuello. Si después de todo esto ves algo extraño en tu mirada, quizá se deba a que solo llevas máscara de pestañas y has neutralizado el párpado con base o corrector sin usar lápices, ni sombras.

Esto, en ocasiones, crea el efecto óptico de “pequeñez”, por lo que puedes devolverle la dimensión a tu párpado con un ligero toque de bronceador. No necesitas precisión, ni tampoco brochas de detalle. Simplemente, da un par de pasadas con la brocha que hayas usado para el resto de la piel y verás cómo tu mirada se abre y recupera esa amplitud que el corrector y la máscara habían camuflado.

Qué hace tan especial al bronzer de Saigu

Tal y como os he comentado unas líneas más arriba, el tono tiene un equilibrio ideal que lo convierte en un verdadero bronceador y no en un colorete (demasiado naranja), ni en un producto para contornear (demasiado gris). 

Las pieles medias pueden sentirse favorecidas con algunos un pelín cálidos, pero las más claras notan rápidamente si el puntito naranja sobrepasa los límites del bronceado sutil al artificial. Y lo mismo ocurre con las más oscuras, si el subtono no es el adecuado, se conseguirá el efecto contrario: apagar la tez en lugar de “encenderla”. ¡Tanto las Velvet como las Frida estamos de suerte! Una vez salvado este punto, aquí es donde el equipo de Saigu ha marcado el 2º tanto: fórmula. 

Si me conocéis, quizá ya lo sepáis, pero los coloretes de la marca son mi debilidad y tener un bronceador con su mismo formato ha sido un sueño de makeup junkie hecho realidad. 

Es un producto muy cremoso, pero nada graso o pesado. Algo muy importante cuando no queremos añadir textura a la piel, ni enfatizar poros y/o líneas de expresión. Como veis, para mí lo tiene todo. Y vosotros, ¿os animáis ya a formar parte del Team Bronzer? ;)