Las afecciones en la piel son muy tortuosas. Un día estás bien y al siguiente tienes un brote que te hace no reconocerte en el espejo. Tú ahí todavía no lo sabes, pero estás a punto de empezar un camino, largo, de médicos y especialistas, de segundas y terceras opiniones. Pero también de autoconocimiento de tu propio cuerpo, de qué te sienta bien y qué no, de aprender a gestionar las emociones y de ir más allá del ‘tómate esta pastilla y, si no te va bien, vuelve y probamos otra’. En esta dirección hay una especialidad poco conocida pero cada vez más en auge, la dermatología integrativa. Para entenderla y poder explicártela, en Saigu Cosmetics hemos entrevistado a la doctora Cristina Zemba que nos ha contado lo que le hizo buscar más allá de los límites de la dermatología tradicional.

Nos atiende por videollamada desde Barcelona donde tiene su consulta privada antes de dar una clase online para un máster en Argentina. Originaria de Buenos Aires, Zemba llegó a España en el año 1989 siendo ya dermatóloga y queriendo formarse en una rama que no había en su país. Todavía no tenía nada que ver con la integrativa porque este término no se acuñó hasta hace relativamente poco. Pero, ¿cómo podríamos definir exactamente la dermatología integrativa?, le preguntamos.

DRA. ZEMBA: Hay distintas formas de tratamiento conocidas como alternativas, pero eso está mal dicho, no son alternativas sino complementarias al tratamiento tradicional. Y ahí te puedes encontrar de todo, desde la homeopatía, la medicina china, la acupuntura, la terapia psicológica, la nutrición… Se busca integrar todos los conocimientos y tecnologías que tiene la medicina moderna normal con la complementaria. La medicina tradicional es protocolaria y la integrativa es todo lo contrario, busca la personalización.

Es decir que, si a la consulta de la Dra. Zemba llega una persona con un brote severo de acné, en lugar de simplemente darle el tratamiento farmacológico habitual, ella empezará a investigar la causa del brote en esta persona en concreto. “No me interesa solo saber cómo es el grano que tiene en la piel, sino cómo está el estado emocional de la persona, su estado intestinal, cómo son sus heces, si tiene gases, cómo son sus reglas, qué come, si hace dieta vegana, vegetariana…”. Todo esto le sirve para intentar entender cuál ha sido el desencadenante de ese brote y cómo ayudar a la persona a recuperar el equilibrio.

SAIGU: ¿Se podría decir, entonces, que la medicina convencional tiende a tratar la sintomatología con fármacos y la integrativa busca encontrar la causa?

DRA. ZEMBA: Es un poco más complejo. La medicina tradicional es muy buena si estamos ante una enfermedad aguda. Si tienes algo agudo, una infección muy grave o algo así, tienes que ir al hospital y tomar los fármacos que te receten. Sin embargo, se queda un poco corta ante algunas enfermedades crónicas o funcionales, cuando el paciente tiene una sintomatología pero en las pruebas no le sale nada concluyente. Por otro lado, en la medicina integrativa tampoco podemos decir que siempre vayamos a encontrar la causa. Pero, probablemente esa afección en la piel esté relacionada con un desequilibrio generalizado en todo el cuerpo, con un desequilibrio en el intestino, por ejemplo, y si al paciente le das una dieta antiinflamatoria y unos suplementos alimenticios (fitoterapia, micronutrición, probióticos, etc) en lugar de fármacos, ves que empieza a mejorar también la piel.

A Cristina le encantaba su especialidad, había estudiado mucho y seguía formándose siempre que podía pero, como cualquier médico, sabía que había que cosas que le costaba mucho curar. Recuerda en concreto una paciente que llegó a la clínica en la que trabajaba en la provincia de Barcelona, con unos “sabañones horribles en las manos, pero horribles, horribles”. Le dio todo lo que sabía como dermatóloga, pero no tenía ninguna respuesta positiva a los tratamientos, así que le pidió que se hiciera una biopsia. 

La paciente volvió a las tres semanas con las manos curadas y le confesó que no le había hecho caso con la biopsia. Que en lugar de eso había ido a otro profesional que le había recetado una crema homeopática y se había curado prácticamente por completo. “Yo sé que hay profesionales que se ofenden con estas cosas, pero yo le estuve muy agradecida de que me permitiera aprender. Así que le pedí la receta y me empecé a informar”, cuenta la doctora. 

Otro punto de inflexión en su carrera fue allá por el año 2005 cuando acudió a un congreso de medicina antiaging, pero no de medicina estética que busca quitar arrugas, sino de la que estudia a nivel interno cuáles son los procesos y factores que hacen que el cuerpo se deteriore prematuramente. Entonces apenas empezaba a sonar el concepto de medicina integrativa y Cristina se embarcó en un máster que duró tres años por toda Europa para, valga la redundancia, integrar estos nuevos conocimientos a los que ya tenía como dermatóloga.

Por eso considera que toda afección en la piel tiene tratamientos a diferentes niveles. Se puede dar una crema con corticoide para aliviar a la persona si viene con una reacción fuerte. Pero a la vez se buscan causas más profundas, se dan suplementos nutricionales, se deriva a otros profesionales y terapeutas para ayudar con la gestión emocional y del estrés… Lo que nunca haría la doctora Zemba es, por ejemplo, tratar el acné del que hablábamos antes con un anticonceptivo, como tan a menudo se les receta a las niñas adolescentes.

“La píldora por sí sola a mí no me resulta una buena opción. Porque no cura nada, funciona mientras se toma porque pone el ovario en stand by. Pero cuando se deja, el acné suele reaparecer". Otros tratamientos para esta afección son los antibióticos que, según nos explica la doctora, van bien en un momento de brote pero no solucionan el problema a largo plazo, y la isotretinoina que es el principio activo del conocido Roaccutane.

"El inconveniente más importante es que es un medicamento que, de quedar embarazada, produce malformaciones fetales. Por eso se aconseja que, si se mantienen relaciones heterosexuales, debe ser acompañado de un anticonceptivo. Que en esta situación no se da como tratamiento del acné sino para evitar un embarazo". Pero al menos se asegura de que en un alto porcentaje, con este tratamiento, el acné no vuelve a aparecer a largo plazo. 

Sin embargo, hay muchas personas que no se sienten cómodas con ninguna de estas tres opciones y en ese caso desde la dermatología integrativa se les puede prescribir suplementos nutricionales específicos que, junto con una dieta 'anti acné' y unos cosméticos adecuados pueden proporcionar buenos resultados en algunos casos.

SAIGU: ¿Cómo influye la alimentación en un problema de la piel como este?

DRA. ZEMBA: Hasta hace pocos años no se consideraba que la dieta influía en el acné. Pero desde el año 2000 en adelante hay muchas evidencias de cuáles son los alimentos que agravan el acné de forma importante. Es importante que el paciente conozca estos alimentos porque a veces un cambio de dieta puede traer una mejoría importante.

Probablemente sea más fácil que te digan ‘toma esta pastilla’ porque en cinco minutos estás fuera de la consulta y con el problema ‘resuelto’. Pero para que un médico pueda hacerte un montón de preguntas sobre tu salud, tu alimentación y tu estilo de vida, para que te conozca, para que te entienda, una consulta de dermatología integrativa tiene que durar, por lo menos, una hora. 

SAIGU: Teniendo en cuenta cómo está la sanidad pública o incluso muchas pólizas básicas de aseguradoras privadas, ¿cabe la posibilidad de poder acercar esta disciplina a un público más amplio?

DRA. ZEMBA: Hay muchos médicos de atención primaria de la Seguridad Social que se forman en medicina integrativa y hacen lo que pueden en el tiempo que disponen con cada paciente. Pero el sistema público no es favorable porque los suplementos vitamínicos no los financia, solo la medicación, y hay vitaminas que son caras. Así que, en este momento y lamentablemente, es una medicina para el que pueda pagarla. Por otro lado ya quisieran muchos médicos de cabecera tener más tiempo con cada paciente, pero no siempre es posible. 

Pero lejos de hundirnos en el desánimo, debemos quedarnos con la idea de que soplan nuevos aires en la medicina que buscan entender a las personas como un todo y no tratar sus síntomas de forma fraccionada por especialidades como hasta ahora. Que hay profesionales dispuestos a ir más allá de los límites de la medicina tradicional y a aprender de otras culturas ancestrales. Y todo ello sin dejar de abrazar los avances científicos y tecnológicos sino integrándolos en una misma disciplina. 

Hasta ahora se ha dicho muchas veces que la piel es el espejo del alma por su vinculación con la gestión emocional. Pero resulta que también nos cuenta que algo no va bien en el cuerpo y para curarla hay que buscar más profundo y no solo aplicar una crema en la superficie. Que también, porque todo ello tampoco está reñido con la dermocosmética.

En este sentido Cristina invita a tratar cada piel en función de las necesidades de cada edad. “Una piel joven no necesita una rutina antiarrugas, una piel de 20 años necesita limpieza e hidratación con una crema no muy grasa”, cuenta la doctora quejándose de ver en Instagram jóvenes con complejas rutinas cosméticas. Lo que sí recomienda vehementemente para todas las edades es la protección solar, empezando por los más pequeños. “Podríamos prevenir hasta el 80% de los cánceres cutáneos si logramos que los niños no se quemen a lo largo de su infancia”.

Por lo tanto, tomamos nota una vez más de la importancia del protector solar y también del impacto de los hábitos de vida y de la gestión emocional en la salud de nuestra piel. Porque una piel bonita debe ser, en primer lugar, una piel sana y eso se consigue mayoritariamente de dentro hacia fuera y no pidiéndole milagros a la cosmética.