¿Por qué te maquillas? – Saigu Cosmetics
por qué te maquillas

¿Por qué te maquillas?

Pensemos en una rutina de maquillaje estándar. Para el día a día. Estaría integrada, por ejemplo, de su poquito de corrector, de su base extendida con suavidad, de su iluminador aplicado estratégicamente, de la complicidad de esos polvos selladores para que todo se quede en su sitio, de un gustoso toque de rubor en las mejillas y, por qué no, de algo de máscara para presumir de pestañas. En total, unos 10 minutos. 

Quédate con ese dato. Si asumimos que hay veces que no te maquillas y otras en las que tardas bastante más, nos parece una cifra que se aproxima bastante a lo que podría ser el tiempo medio diario de maquillaje. Entonces, hagamos cálculos: diez minutos al día serían 3.650 minutos al año o, lo que es lo mismo, unas 60 horas anuales

Teniendo en cuenta este número, en Saigu nos parecía bastante importante entender por qué nos maquillamos y, en general, podemos decir que lo hacemos para construir la imagen que queremos proyectar; para, por un lado, “transmitir confianza a los demás y, por otro, sentirte con más confianza y con más seguridad en ti”, nos explica Elena Daprá, psicóloga sanitaria, experta en bienestar psicológico y vocal de sección del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.

Cosa de mujeres, de momento

A partir de ahí, existirían tantas motivaciones individuales para maquillarse como mujeres se ponen ante un espejo para hacerlo. Sí, hablaremos de mujeres porque, aunque cada vez hay más hombres que se animan a experimentar con las posibilidades que ofrece, el maquillaje sigue cumpliendo un rol de género

Es decir, en palabras de la doctora en Estudios feministas y de género, Bárbara Triguero, para Saigu: “el maquillaje en Europa Occidental, en nuestras sociedades contemporáneas, es un estereotipo de género, es una forma de marcar los roles. Se utiliza como base de diferenciación entre mujeres y hombres, y para las mujeres es algo muy marcado. Ahí está el tema de que tengamos que estar perfectas, que esté el maquillaje vinculado a la belleza e, incluso, vinculado a la eterna juventud que se nos presupone a las mujeres”.

Lo de que es algo que se espera de nosotras, lo aprendemos desde que somos pequeñas. Sin darnos cuenta, lo que en un momento dado era un juego pasa a ser algo que sabes que tienes que hacer. “Hemos normalizado que las mujeres para ir guapas o para considerarse guapas o para que la sociedad las considere guapas tienen que ir vestidas de cierta manera y maquilladas”, nos cuenta Bárbara. 

¿Cómo nos relacionamos con el maquillaje?

Y así, poco a poco, iniciamos una relación con el maquillaje que cambiará según nuestro momento vital y con la edad. Teniendo en cuenta que en el maquillaje seguimos modas, “es mucho más fácil que siga la moda una chica de 15 o 20 años, que una chica de 35 o una de 45. ¿Por qué? Porque los momentos vitales son diferentes y nuestra sensación y seguridad en nosotras mismas nacen de otro lugar”, nos explica la psicóloga Elena. Es más, con el paso de los años, suele ser habitual tener definido un maquillaje habitual. “Yo ya tengo una estética creada dentro de mí, una imagen de lo que quiero proyectar”, añade. 

Algo así nos dejasteis intuir hace un tiempo cuando os preguntamos en un post de Instagram las razones que os llevaban a maquillaros. Entre las respuestas variadas (vivís el maquillaje como una forma de expresaros, os relaja, os gusta probar productos, os divierte, os da confianza, tapa aquello de vosotras que no os gusta…), había una que se repetía: de ser algo que hacíais por obligación, con la edad, ha pasado a ser algo que hacéis porque os apetece, para veros bien. 

Pero, ¿quién establece qué es verse bien? ¿Realmente tenemos libertad para decidir a título individual lo que eso implica para nosotras o sufriremos un juicio externo? “Verse bien significa lo que la sociedad marque como tendencia en ese momento. ¿Por qué? Pues por influencia de los medios de comunicación, de sistemas económicos y de sistemas políticos básicamente”, explica a Saigu la politóloga Bárbara. 

Depender del maquillaje

Fueron, precisamente, una idea de lo que es verse bien impuesta, sumado a los roles de género y a la presión social las razones que llevaron a nuestra compañera del equipo de comunicación de Saigu, Alejandra Posada, a desarrollar una relación de dependencia con el maquillaje

Alejandra comenzó a maquillarse con nueve años, cuando le cogió sin permiso un corrector a su madre para tapar las ojeras de las que se reían sus compañeros en el colegio. Para cuando cumplió 13 años ya usaba precorrector, base, corrector de piel, lápiz de cejas, colorete, máscara y algún delineador. Mantuvo esta rutina de maquillaje, con algún añadido más (eyeliner, sombra de ojos, labial…) en función de lo que requiriera la ocasión, durante otros 13 años más. 

Cuando no tenía maquillaje era como querer volverme invisible para que no me vieran. Si no me maquillaba, no me ponía la ropa con la que me sentía bien. Tomaba decisiones sobre cómo iba a ser mi imagen para no brillar, para ser como invisible”, se sincera Alejandra sobre su pasado con el maquillaje. 

Y es que, la dependencia del maquillaje existe. “Es gente, por ejemplo, que tiene acné o que tiene el poro muy abierto. Eso son criterios de no belleza en nuestra sociedad occidental, con lo cual, ellos y ellas sienten que no responden a esos cánones. Entonces, si no me pongo maquillaje para tapar todo eso, no quiero salir a la calle porque necesito un mínimo de seguridad en mí mismo”, nos explica Elena Daprá. 

Apoyo psicológico

La psicóloga nos da dos datos para detectar esta mala relación con el maquillaje: no ser capaz de mostrarse sin maquillaje ante nadie del exterior (gente que no pertenezca a nuestro círculo familiar o de amistades) y no ser capaz de salir a la calle sin maquillar

Es ahí, cuando el maquillaje se convierte en una cárcel para la persona que no puede prescindir de él, cuando conviene consultar a un psicólogo. “El maquillaje no es el problema, es la punta del iceberg. Tienes que trabajar la autoestima, la aceptación, la autoconfianza. Da igual si es en apariencia psicológica o en apariencia física, necesitas aceptarte como un todo y como un todo que tiene su mejor versión y que no depende ni de la ropa ni del maquillaje ni de cómo lleva el pelo”, resume Elena para Saigu. 

Eso es exactamente lo que hizo Alejandra, para quien el maquillaje ha pasado de ser la herramienta que utilizaba para buscar aceptación social a un momento que se dedica a sí misma, por la curiosidad de probar algún producto nuevo o por el placer de sentirse ella bien. 

Entre medias, un proceso de dos años que tuvo su origen en un problema hormonal que hizo que su cara se llenara de acné y que la llevó a plantearse ciertas cuestiones que decidió tratar con una psicóloga. Ha trabajado su autoestima, ha dejado de compararse con otras mujeres, ha entendido que el miedo a salir a la calle sin maquillar le viene de haber crecido en una sociedad, como la colombiana, que rinde un culto especial a la belleza, y ha disminuido su consumo de redes sociales. 

Paralelamente, ya había empezado a trabajar como diseñadora en Saigu, y estar constantemente creando publicaciones en las que decimos que lo primero es tener una piel sana y que lo importante es quererse, le ayudaron a interiorizar estos cambios. “Ya no es una pelea constante con mi reflejo, que es lo que me pasaba. Yo antes siempre llevaba un espejito de bolsillo y ahora ya no lo necesito porque simplemente con lo que hago en la mañana, ya no necesito estar constantemente diciéndome ‘estoy bien’ porque ya sé que estoy bien”, resume Alejandra.

¿Patriarcal o empoderante?

Casos como el de nuestra compañera ejemplifican los cambios que vivimos a lo largo de los años y a título individual en nuestra manera de relacionarnos con el maquillaje. Pero ¿y qué pasa con nuestro entorno? En Saigu, nos hemos preguntado también si nuestra relación con el maquillaje se ve afectada por el contexto social en el que nos movemos y en el conviven diferentes posturas ante su uso.

Por ello, no es de extrañar que muchas mujeres defiendan el uso que hacen del maquillaje como una forma de reivindicar su cuerpo; al mismo tiempo que otras se suman a esa tendencia que es el makeup no makeup. Es decir, lucir los resultados de una sesión de maquillaje, pero sin que se note que hemos recurrido a él. 

Para la psicóloga Elena Daprá, este último aspecto tiene que ver con el querer parecer naturales. “¿Por qué? Porque yo tengo el pensamiento de que siendo más natural soy más auténtica, me muestro más yo; y ese yo auténtico es lo que quiero que recojan los demás. No quiero que mi belleza la achaquen a mi maquillaje”.

La politóloga y doctora en estudios feministas y de género, Bárbara Triguero, va un paso más allá. “Ve maquillada, pero que tampoco se note mucho, no vaya a ser que vayas a destacar y tampoco quiero que destaques. Te quiero guapa y con una buena imagen, pero no demasiado, no vayamos a tener aquí un conflicto con todo este tema del amor romántico, de la posesión y de la monogamia”.

Sin olvidarnos de que, visible o natural, hay quien considera el uso del maquillaje como patriarcal. Un debate cíclico. “Unos te dicen que marca las diferencias de género y otros que si no lo llevas a cabo no eres suficientemente mujer; y hay mujeres que alzan la voz en pos de que lo que están haciendo es reivindicarse a sí mismas”. ¿Y ante esto, qué? “Yo estoy más a favor de dejar la libertad a cada mujer de poderse maquillar o no maquillar en función de su personalidad”, sentencia Triguero.

Y es que, motivos para maquillarse siempre habrá muchos y cambiarán con el paso de los años y con el momento vital en el que cada una se encuentre. Por ello, más que buscar las razones que llevan a hacerlo resulta más interesante averiguar el lugar desde el que se hace. Ser consciente de ello, proporciona libertad, la de entender si realmente quieres hacerlo o si lo vives como una imposición y, por supuesto, también la de decidir cómo, cuándo y dónde hacerlo y cuándo no. Pero sin que de ello dependa nuestro amor propio.

5 commenti

Sara

Fantástico post. Muy buena reflexión. Para mí el maquillaje ha pasado de ser el escondite de mis inseguridades, a con los años ver las caras como lienzos donde ser creativa. En mi día a día, a veces es un elemento rutinario del trabajo, como lo es el portatil, a veces es una declaración de intenciones (el eyeliner y el labial rojo son mi arco y mi flecha). Gracias Saigu por los valores que mostráis como marca. Sigamos en la línea de la cosmética consciente.

Luján

Siempre he sido un poco re Puedo escuchar a mi madre aún repitiéndome una y otra vez “un poco de color en los labios, te quedaría estupendo”.
Tengo 55 años y me gusta cuidar mi piel es a lo que más tiempo dedico y me sigo resistiendo a tener una rutina de maquillaje, me siento cómoda y me gusta la cara lavada, tampoco me tiño el pelo. Sin embargo presto atención al corte de pelo, el vestuario para contrarrestar y creo que he conseguido un equilibrio de estar cómoda y sentirme guapa.
Me encantó el artículo, muy interesante.

Eva

Muy buen articulo. En Ig dejé mi opinión….. es mi profesión y me lleve tal palo que me hizo dudar de todo…

EmiliaMB

Personalmente, me encanta maquillarme. Es para mí un momento de relajación y bienestar. Igual que echarme crema por el cuerpo, perfumarme o peinarme (aunque me vaya a poner el pijama). Es algo que me ha encantado desde pequeña, cuando le pedía a mi madre que me echase cremitas (tengo piel atópica e hipersensible).
Sin embargo, si no me apetece hacerlo, no tengo tiempo, mis prioridades son otras, etc. prescindo de ello. Ambos casos son siempre mi decisión y no una imposición social o de terceros.

Angels

Un artículo muy interesante, la verdad.
Las mujeres siempre hemos tenido presiones sociales en muchos aspectos de nuestra vida y el maquillaje es una de ellas: el estar guapas y preciosas para los demás, sobre todo para nuestra pareja (muy posiblemente un hombre), en el trabajo, etc.
En los momentos que vivimos, hay otra presión muy fuerte y que condiciona muchísimo: LAS REDES SOCIALES.
A mí me encanta el tema, he hecho algunos cursos de maquillaje social y de caracterización teatral y, verdaderamente, es apasionante!
Casi cada día me arreglo un poquito, porque me gusta verme con ese efecto buena cara o de salud, aunque no vaya a salir de casa!
Lo hago porque me gusta, me relaja, me encanta probar cosas nuevas, es mi momento zen del día, ES MI MOMENTO!!!
Lo que sí es importante es que, nos maquillemos o no, seamos felices cuando hacemos cosas y que lo hagamos de la más profunda libertad.
Muchas gracias por la publicación 🙏🙏🙏

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