A una persona apasionada de la industria beauty, es probable que no le resulte raro escuchar hablar de skincare routines para conseguir un boost de luminosidad o de trucos para mejorar el efecto glow de su make up. Lo que quizá no tenga tanto en su radar sea el término upcycling, pero debería, porque esta práctica sostenible va a ir ganando cada vez más espacio en la formulación de los productos que usamos. 

Este anglicismo es el resultado de combinar dos palabras, upgrade (mejorar) y recycling (reciclar), podría traducirse como suprarreciclaje y explicarse como el aprovechamiento de los residuos de una industria para elaborar con ellos otros productos de mayor valor y calidad. 

Supone dar un paso más en la economía circular y, aunque de primeras te pueda costar ubicarlo, es algo de lo que seguramente ya has escuchado hablar. ¿Te suenan esas marcas de moda que utilizan botellas de plástico encontradas en el mar para diseñar prendas nuevas? ¿O el aceite de orujo de oliva, ese que se elabora gracias a un aprovechamiento total de la aceituna?

El upcycling ya está en tu vida y, en un tiempo en que la sostenibilidad ha dejado de ser algo opcional para volverse una necesidad, cada vez va a conquistar más espacios. El de la industria de la cosmética es uno de ellos. 

Es cierto que, de momento, no es algo generalizado. Y es que no es un camino sencillo. Para empezar, depende de que se puedan encontrar los ingredientes necesarios; y, para seguir, de que sean los adecuados para formular un producto que cumpla con los estándares de calidad que persiga cada marca. En Saigu Cosmetics ya nos hemos animado a dar el paso.

“Uno de los retos más importantes que enfrentamos con el upcycling es la búsqueda constante de fuentes confiables de ingredientes recuperados. No siempre encontramos toda la oferta que nos gustaría”, explica Mireya Lorenzo Merino, jefa de producto en Saigu Cosmetics. 

En ese sentido también se pronuncia Gerard Prats, cofundador de Saigu. “Nosotros controlamos cómo hacemos las fórmulas: mezclamos este ingrediente con este otro y lo ponemos en este envase. Pero dependemos de proveedores que nos ofrezcan un envase que tenga sentido, unos ingredientes que tengan sentido… Si esto no se nos ofrece, nosotros no podemos hacerlo”.

Producto de calidad con el menor impacto medioambiental

Para que te hagas una idea del desafío al que nos enfrentamos cuando empezamos a dar forma a un producto, te diremos que solo la formulación suele llevarnos un mínimo de seis meses y que en algún que otro caso nos hemos alargado años para dar con el resultado perfecto.

Un proceso de formulación estándar, en el que los aspectos medioambientales no se tienen en cuenta, pasa por pensar qué textura se desea conseguir y buscar los ingredientes que la van a proporcionar. Ahora bien, en el momento en que la sostenibilidad entra en la ecuación el proceso se complica. Y es que, después de definir la textura que se persigue hay que pensar en qué ingredientes utilizaríamos, y comienza el reto.

“Empieza la búsqueda de alternativas naturales y sostenibles a esos ingredientes actuales. Sí, los voy seleccionando e investigando: ¿estos ingredientes de dónde vienen, qué sentido tienen?”, resume Gerard, quien enumera el que sean veganos y la proximidad como requisitos imprescindibles, aunque reconoce que hay muchos otros aspectos a tener en cuenta. 

Evidentemente, los tiempos se alargan y los costes se incrementan, más si le sumamos que en Saigu Cosmetics siempre hemos tenido muy claro que no renunciamos a la altísima calidad de nuestros productos. Un prueba y error constante al que solo se le pone fin cuando se superan tests, encuestas, focus groups y consideramos alcanzados esos estándares de calidad.

"Realizamos investigaciones exhaustivas para evaluar la calidad y la seguridad de los ingredientes upcyling que incorporamos en nuestras fórmulas. Esto nos permite garantizar que nuestros productos no solo sean efectivos, sino también seguros para la piel y el medio ambiente”, explica Mireya. Si no estamos satisfechos con el resultado de alguna de las etapas, no lanzamos el producto y seguimos trabajando en él.

Incorporando el upcycling

Hasta el momento, de todas las investigaciones que hemos hecho han pasado los tests dos ingredientes que ya forman parte de nuestros productos. Uno de ellos es un aceite procedente del orujo de oliva en las sombras brillantes de nuestra paleta Terra.

El orujo de oliva es lo que sobra después de producir aceite de oliva (pulpa, huesos, agua y hasta algo del propio aceite de oliva). Con ello, es posible elaborar aceite lampante que, por su excesiva acidez no se comercializa para su consumo. Sí que se puede reutilizar, en cambio, para elaborar productos cosméticos, ya que de él pueden obtenerse componentes de gran pureza con propiedades emolientes.

Contentos con los buenos resultados, nos hemos animado a seguir apostando por el upcycling. En este caso en el gel limpiador Brisa, con el que ampliamos nuestra gama de skincare, y que, además de limpiar, hidrata la piel dejándola suave y elástica. También de que, como todos nuestros productos, sus ingredientes sean veganos, naturales casi al 100 %, de proximidad y de temporada (contiene extracto de naranja de Valencia y de chirimoya de Granada y de Málaga) y sí, en él hemos incorporado el upcycling. Lo encontrarás en el extracto de manzana. 

“Se obtiene de un agricultor artesano y local de Girona que procesa manzana para la elaboración de sidra. De este proceso se obtiene mayoritariamente un subproducto: la torta de manzana, un residuo agrícola que se genera tras el prensado de la manzana. De este subproducto que no se aprovecharía de ninguna manera, se saca el extracto de manzana que se utiliza en Brisa”, resume Mireya. 

De esta manera, el efecto hidratante, antioxidante y antiinflamatorio que proporciona este extracto y que queremos para Brisa lo hemos obtenido de un subproducto que, de otra manera, habría terminado siendo tratado para su destrucción, con el consiguiente desperdicio y emisiones de CO2 a la atmósfera. 

Para su selección, “buscamos aquellos ingredientes upclycling de alta calidad, que ofrezcan beneficios para la piel basados en estudios científicos y que sean ingredientes de proximidad para ayudar y colaborar con el pequeño productor”, explica Mireya.

La sostenibilidad es un camino

Con el upcycling hemos contribuido a reducir la cantidad de residuos, a mejorar su tratamiento, a disminuir la huella de carbono, a impulsar la economía circular y hemos apostado por el kilómetro cero. Además, incorporemos ingredientes upcycled ayuda a que cada vez más proveedores de materias primas se animen a ofrecer soluciones y materiales obtenidos con esta técnica. 

“Estamos convencidos de que podemos seguir avanzando en la creación de productos cosméticos excepcionales que también respeten nuestro planeta, en este caso, a través de ingredientes que de otra manera serían desechados, para reducir el desperdicio y minimizar el impacto ambiental de la industria cosmética”, afirma Mireya. 

Y es que, son muchos los pasos que todavía se pueden dar para hacer más verde esta industria. “La sostenibilidad no es un hecho, es un camino y este camino se va andando y no estás solo, siendo conscientes siempre que ser sostenible es no consumir: algo que no necesitas, no te lo compres. Teniendo en cuenta que no son productos de primera necesidad y que cada producción de unidad va a tener una consecuencia, cómo vamos reduciendo esta consecuencia hasta la mínima expresión es un camino muy largo y que no haremos solos”, concluye Gerard.